sábado, 14 de julio de 2012

Para empezar ¿Dónde estamos?

 


Ahora sí, comienzo mi itinerario de desaprendijaje económico semanal chapoteando a mi aire con algunos conceptos básicos, sin más prejuicios que los que me dicte mi propia versión del sentido común y sin pedir permiso ni perdón para equivocarme si se tercia (para eso invierto tiempo y placer desaprendiendo). Al final de cada post dejaré apuntadas las ideas que considere relevantes para ir incorporando a una lista que “viva” o sea dinámica, que se ha de ir haciendo a sí misma sin más ni menos pretensiones que fijar mi criterio al respecto. Dejo abierto el blog a quien quiera acompañarme en ese cometido.

Para ir entrando en materia comienzo por introducirme en la visión ortodoxa del estado de las cosas. Creo que a efectos prácticos resulta un buen punto de apoyo inicial el visionar una colección de tres videos de Julián Pavón, caracterizada por la apreciable virtud de la síntesis.

 Conviene, por ello, tener bien presente la prevención de no confundir economía con ciencia económica. La segunda configura a la primera y viceversa, pero la relación deja de ser simétrica y equilibrada, y por fuerza no hay análisis ni predicción que no pase por simplificar y pulir lo esencial, que no siempre coincide con lo relevante dadas las circunstancias. Dicho esto, el profesor Pavón proyecta sobre el devenir económico actual la sombra de dos fantasmas esenciales para entender la economía de mercado: Hayek y Keynes.

Los augures neoliberales se han dado prisa en apartar el legado de Keynes del discurso acerca de la realidad económica. Ciertamente, el fantasma deLord Keynes dista de estar cerca del corazón del discurso dominante en Europa, pero se vislumbra continuamente su silueta al enfrentar las virtudes de la austeridad, la medicina genérica a largo plazo europea, frente a la praxis de EEUU centrada en el crecimiento.

La austeridad sin crecimiento es mala medicina. ¿Se acuerdan de la crisis de los 30 del siglo pasado? Pues bien: Justamente actualmente estamos de revival  del final de los años 20. Pero una vez más, y por lo que nos atañe bien vale decir que “Spain is different”. La crisis que acabó deshinchando el paradigma keynesiano a escala mundial en España nos pilló con el paso cambiado. Fue profunda pero se retrasó hasta fines de los 70, y conviene recordar que en aquella época la economía española se consideraba “en vías de desarrollo” por utilizar el eufemismo habitual para clasificar a los países pobres. Ha llovido mucho desde entonces, y uno de los cambios relevantes en España viene marcado por las secuelas del franquismo y de los Pactos de la Moncloa, así como por la permanente percepción del sector público como raquítico que nos ha acompañado desde entonces. Incluso yendo a contracorriente, es innegable que se ha desarrollado mucho el estado del bienestar. Baste con considerar que en ese lapso de tiempo el número de funcionarios públicos de todas las administraciones se ha multiplicado por 5. Otro tema es que la eficiencia en el cumplimiento de los objetivos de servicio público haya crecido otro tanto, y mucho menos su idoneidad social en términos de gasto público, pero ese es otro cantar. En cualquier caso sería iluso creer que tal proceso de desarrollo del gasto y la inversión pública hubiera sido posible sin el paraguas de la U.E. y sí, sin los bajos tipos de interés que por otro lado aprovisionaron a los bancos de gasolina para inflar el globo de la burbuja inmobiliaria con el visto bueno y bajo el paraguas de los “inversores” del centro de Europa.

Pero la mayor virtud de los tres videos del profesor Pavón radica en su efectividad  para ayudarnos a salir del letargo en que nos tiene sumidos el discurso acerca del pago de la deuda de los bancos. El debate acerca del mercado que tenemos, e indirectamente acerca de la sociedad que lo ampara existe, aquí y ahora. La estrategia del partido hegemónico en España está en las antípodas de reconocer tal cosa, ahogados como están entre varios frentes,  con la espada de Damocles añadida de la responsabilidad social que implica sostener a ultranza las tesis de Hayek, lo que más allá de sumir al país en la recesión nos aboca a la depresión económica ¿o un 25% de tasa de paro es “normal” incluso en este paraíso del trabajo en B –desregulación máxima-? Con o sin hombres de negro con acento germano, la tesis dominante es “cuanto peor, mejor”; más austeridad para crecer a largo plazo, más impuestos para cubrir el agujero del gasto que los “inversores” nacionales o extranjeros no van a financiar. No cabe la posibilidad de pensar en términos de crecimiento, aun con cierta inflación, y la dimisión de las responsabilidades sobre políticas reguladoras va a traer aparejada  una muy severa contracción del crecimiento, que difícilmente va a sanear la economía ni va a ayudar a las familias y a las empresas a  sobrevivir.  Ello traerá aparejado que cualquier acontecimiento negativo que suceda en el extranjero va a ser amplificado aquí por miedo a ir de mal a peor. Y ya de paso, dado que Alemania controla al Banco de España, se va a controlar al menos durante la próxima década el recurso a inflar otra burbuja, algo para lo que históricamente han demostrado su coraje y valía las élite élites política de todas las administraciones de este país lo que creo que para bien se le va a escapar de las manos al partido dominante.

Les dejo con los tres vídeos. Son un poco largos para ver en pocos minutos, pero creo que la inversión de tiempo está premiada con un retorno objetivo: China entra en juego y no podemos permitirnos el lujo de seguir resistiéndonos a ver en ese país lo que ya es y lo que va a representar a medio plazo. Y sí, el enfoque a lo Hayek de la economía de mercado tiene mucho que ver con China. Si hay algo positivo al que sí apunta la vieja escuela austríaca es la INDEPENDENCIA respecto al mercado de capitales. Y no es un argumento menor, que no hay por qué confundir con el fomento de la economía financiera especulativa, que por otra parte esta escuela ampara con su acerba aversión a la regulación. EEUU está, en efecto, hipotecado con China. Y en este caso, lo que es bueno para cualquier individuo sí lo es para la economía en su conjunto. ¿Por qué no elevar impuestos para crecer? Esa es otra vieja discusión… 

Cuando yo estudiaba hace ya ve se hablaba de los “tigres” asiáticos China quedaba fuera del mapa. O mis profesores eran miopes, que creo que no lo eran, o no éramos capaces de ver la seriedad de “hay que estar en China”. Bueno, sí, hay que estar para vender en igualdad de condiciones ¿no? Pues no. El problema no estriba desde ya mismo en vender en China o fabricar barato allí. El problema pasa por sobrevivir a la competencia de China. Y olvidémonos de tópicos. La competencia China va a traer aparejada un profundo cambio cultural de tipo “a la fuerza ahorcan”. El capitalismo no es lo que era hace dos décadas. La cultura del trabajo va a tener que cambiar, eso sin duda, y se va a notar pronto. Creo que el vídeo complementario del profesor Pavón es certero al respecto, no obstante, yo no soy tan crítico con la cultura judeocristiana, ni con el individualismo. Mal entendido es una invitación al desastre, pero creo que dentro de una cultura de libertad y responsabilidad social también es una excelente herramienta de trabajo y un muro de contención contra la hiperproducción imposible de sustentar a sí misma. Pronto empezaremos a hablar de tentaciones proteccionistas y las propias contradicciones chinas así como el maridaje financiero con EEUU pueden deparar sorpresas desagradables.

 Más allá de la estrategia internacional y la tienda “todo a cien” de la esquina  se está gestando un cambio de paradigma. Veremos de qué lado estamos.



Mis ideas de lo visto en este post son:

- DE NADA SIRVE LA VIRTUD (AUSTERIDAD) SIN CRECIMIENTO. El potencial destructivo en términos de bienestar es grave vs. la miseria sólo engendra miseria. Una demanda agregada declinante no puede ser incentivada con precariedad y hay que tener bien presente que no se puede confundir intereses del mercado con intereses sociales (Enfoque Keynes)


- Si hay una virtud por la que vale la pena sacrificarse en términos sociales es por la INDEPENDENCIA. Pero la independencia económica tiene un coste. Si no se puede ir a pedir prestado fuera es imperativo, y a la larga mejor, incrementar la presión fiscal PARA INVERTIR en desarrollo productivo que sustente el bienestar más allá del aquí y ahora.


- Ambas escuelas amparan la LIBERTAD individual (y colectiva) como un criterio y un fin del que depende el buen desarrollo de la economía. Los desastres del neoliberalismo dan la razón al enfoque keynesiano respecto a la regulación de los desequilibrios generados por intereses privados, mientras que excesos de la planificación contra la realidad del mercado generan esclavitud (deuda). Sin compromiso con el crecimiento no es posible un pacto social sustentado sobre la responsabilidad soberana de los ciudadanos. Ello no es un tema menor en una década que se prevee dura y que va a exigir sacrificios adaptativos. No cabe esperar ayuda externa más allá de la limosna. Desde luego, sea desde el enfoque que sea la mediocridad y dudosa credibilidad de nuestros políticos no augura soluciones óptimas.

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